Padre nuestro, José Madero
De TI, de algo que no puedo entender, de mi finito ser, no puedo hablar, no, de lo que desconozco.
De TI dónde la espiritualidad radica, qué a mi escepticismo vences, que mi inmaduro ser fía, y hasta de las sombras duda porque ignora.
Necedad y soberbia.
De todo le leo, y a todo le creo, incluso defiendo, pero en mi ingobernable carácter dudo y a mi servicio te dispongo, ¡tonto el que te espera y vil el que hace por TI!.
Es el concepto humano, limitado, manchado, muchas veces vendido. Que a TI te es dirigido.
Que del "religare" confunden, pues en lugar de volver a unir, nos aleja ¿o alejamos? que de una necesidad y respuesta sencilla hacemos tremendo lío.
Pues parte SOMOS, y nuestra existencia busca el sentido, sin saber lo sabido, ni el por saber obtenido. Siendo que lo tenemos ya consigo, lo religioso a lo humano, lo espiritual a lo desconocido y de la incertidumbre: la fe…
¿A dónde recurren los humanos en vista de su desvalimiento? al amor del padre.
Del padre que creemos nuestro, que no nos abandona, a todos, en ese intento de hacer comunidad y no quedar solos. ¿Por qué recurrir a un padre ausente? ¿por qué crear la idea de que hay un todopoderoso que nos amará a pesar de todo? y al final, lo que esperamos no pasa y ahora reclamamos a ese dios que nosotros mismos inventamos para no sentirnos solos. Qué difícil es afrontar la soledad de la condición humana sin fantasías.
Llevar esa dificultad de vivir sin amos a un capricho infantil, solo por amor, por obtenerlo, por sentir que alguien nos ama y no nos dejará. ¿qué seríamos sin esa gran mentira? ¿acaso tendría sentido continuar en el mundo? Cómo dar cuenta de ese gran hueco, de ese gran vacío, de la gran falta, de que al final estamos solos, aún cuando el padre pudiera responder nuestros llamados, nunca podría saciar nuestras demandas.
Sin embargo, necesitamos engaños, mentiras que podamos usar para construir algo más o menos que sostenga nuestra existencia. Necesitamos fé, en cualquier cosa, generalmente es en ese otro, superior a mí, que todo puede, que me dará todo, que no me dejará, que me hará felíz, me posibilitará todo, me llenará de amor, me hará mejor. Mentiras que constituyen un modo de vida, que forman una visión del mundo, de la que es muy difícil soltarse, tan difícil que en lugar de interrogar nuestra creencia, la culpamos, la exteriorizamos y le damos vida, responsabilizamos eso otro de nuestro vacío, que peculiar manera de existir.
No se pudo evitar el pensar la oposición irresistible que atraviesa mi pensar ante la creación de un dios, y no solo de ese ser omnipresente y omnipotente, también de la religión, ¿Cuál es su lugar en esto que da existencia? ¿De qué manera me conforma, sujeta y trasciende eso de lo que digo ser y qué hago?¿ Cómo influye en mi proceder, en cada paso y decisión que doy y no doy? Es risible que eres producto de la imaginación colectiva para que fueras ideal que no alcance y que me da sentido.
En tí recae todo lo que he pasado en la vida, es preciso mencionar como dice la oración: mi vida la pongo en tus manos, es una manera tan linda de evitar la responsabilidad con uno mismo y si esto falla, te puedo reclamar y exigir respuestas, puedo decirte déjame que me haces daño; pero si me va bien será gracias a ti. Entonces si me deshago de ti, ¿qué hago? ¿Qué me dará fuerza cuando sienta el desamparo, la soledad? ¿A quién podré culpar de eso que irreversiblemente me escupe en la cara que fui yo la causante y responsable de lo ocurrido? Dar cuenta que solo eres una prolongación de mi maximizada, idealizada y que a veces pesa, pero si te elimino ¿qué me sostendrá?
Es de esta creencia de sostén que permite la funcionalidad del ser, ¿que sería de ello sin la ley, sin el padre? Sin eso que de alguna manera imaginaria me rige, me dirige y me alivia, pensemos que es por medio de la instauración de la religión en la época de la conquista que centralizamos la omnipotencia en un solo todopoderoso, un Dios, pero no cualquier Dios, si no uno que castiga, pensemos que lo que dirige y separa en este discurso es el castigo, permite visibilizar en su imagen lo que concierne al dolor, al castigo, es un llamado a no faltar a la ley, para no encarnar en esa imagen y semejanza de dolor.
Como el humano apropió la omnipotencia, ¿será que estamos hechos a imagen y semejanza de Dios? O será a la inversa, él está hecho a nuestra imagen y semejanza, qué duro pensar que ello ha creado un sostén terrenal, “padre nuestro oh señor, padre del humano, error mándame una tentación morderé el anzuelo…” deja percibir que la génesis religiosa viene de la creación del hombre no a la inversa, la evidencia del bien involucra la existencia del mal, “mándame una tentación” remite a pensar que al perder la fé requieres de ver el mal para creer en el bien, es en este punto donde podemos cuestionar ¿qué pasa cuando lo que sostiene tu existencia se cae? ¿No será ello el origen de la locura pura? Donde converge el ser con lo REAL, con eso intolerable de sí mismo, es palpar tu vacío, lo real del ser que es insostenible, lo ominoso que se evita, entonces ¿la caída del gran Otro será el principio de una construcción de la locura...?
No había pensado que si algo no sostiene enloquece, me encantas leerles, me hace pensar y pensarme
ResponderEliminarGracias por darte el tiempo de compartir, seguimos en construcción de otras reflexiones.
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