El paso a la palabra...
¿Qué se paga por la palabra? ¿Cuál es el costo de decir? Qué tantas situaciones nos ponen en la frontera con lo dicho, con lo que se quisiera decir pero no se encuentra. Como en el límite de una tierra selvática, de una revoltura de cosas, caos, enfrentada con un desierto, lleno de granos de arena, en apariencia solo, pero a la vez conformado por millones, qué implica dar ese paso, hacia integrarse con cada uno de esos granos.
Estando en el borde, qué paso se habrá de dar ¿hacia adelante o atrás? ¿cruzar la aduana o quedarse inmóvil? tratando de afrontar estar en medio, con revoltura de cosas, pero sin poderlo decir y al decirlo, no es.
Qué falacia la del lenguaje, que traduce y sin embargo, no es, queda limitado a la realidad, a todo eso revuelto que se siente y que no logra por completo ordenar, porque las palabras no alcanzan.
…todas esas palabras que no puedo ni quiero escribir me desesperan… y se acumulan en mi garganta, esperando a ser dichas o transitar de otra manera, pasando por todo mi cuerpo, haciéndose presente en llanto, en dolores de cabeza, en insomnios, en olvidos, en un rechinar de muelas que se aferran y evitan que la palabras salgan y luchan contra su insistencia.
Pero, ¿qué es lo que quiero decir? ¿Qué es eso tan fuerte que hace que mis resistencias se activen y mi mente haga que se defienda? Y es que no es lo que las palabras puedan decir de mí, es lo que se siente cuando intento decirlas…
La palabra atraviesa, no solo fronteras geográficas, atraviesa mi interior, mi exterior, mi forma de vincularme con otros, conmigo… es resistirme a apalabrar por qué en la palabra me encuentro, me pierdo y me muestro, me expongo y me vulnero, por eso la resistencia de decir y de desbordar, de desbordarme en mi decir y en mi no decir mucho más.
"Todas esas palabras que no puedo ni quiero escribir, me desesperan todas esas palabras que de pudor no saben hablan por mí"
Desde hace algún tiempo luchaba por no saberte, por encubrirte.
Recién te callaba y en la sombra estabas.
No era mi propósito principal pero así sobrevivimos...
Te guarde de los impulsos, tus deseos no logré extinguir. Hablas cuando estoy cansada, de mi, de la vida y de los que digo querer. Incluso de aquello que nos gusta, lo llenamos de tedio.
Conozco tus malos pensamientos, tu amargura, la ira y el mal deseo hacia quien daña, la burla sátira que ejerces cuando te sientes herida, y otras tantas que se te da la gana.
Reconozco tu culpabilidad y cinismo; espiritualidad y escepticismo;
Intensidad e indiferencia;
Salvaje y recatada, parlanchina y en otras fría tumba.
Narcisista y perversa.
¿Es sí? ¿acaso tú, eres yo?.
O es que todas son etiquetas vistas en el espejo externo, habladas desde lo propio. Mi reflejo, dual, extraño y a veces molesto.
Por medio de esta canción, es que veo la "versión" que más temía relucir.
Tiempo después, claro, de un largo proceso dónde he logrado abrazar esas piezas "extrañas" que se sentían ajenas, que por dolor ignoraba, hoy fluyen.
Hoy, soy.
Y es tan extraña la exigencia propia a sabernos aceptados, a modificar violentamente gustos, deseos, conductas y palabras. Esa "aduana" de lo que limitaba ser y aceptaba abiertamente.
Al día de hoy, que me he vuelto más consciente de lo que permito, e integro. Incluso defiendo.
Pero a veces simplemente retrocedo…
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